La inversión inmobiliaria se ha disparado en un 40%, y en este mercado, entre las demandas de vivienda, vuelve a estar en auge la venta sobre plano, modalidad que prácticamente desapareció durante la crisis.
Sin embargo, debido al tiempo que puede trascurrir desde que una promotora lanza una oferta, hasta que obtiene la licencia de obras, primero (en ciudades como Madrid, puede demorar incluso más de un año), y finalmente, hasta que la vivienda está terminada (alrededor de 1 a 2 años); sumado al hecho de que la oferta de casas nuevas es menor a la demanda, ha provocado que la adquisición de una vivienda sobre plano se esté encareciendo a ritmos más acelerados que la de segunda mano en numerosos enclaves.
No obstante, adquirir una vivienda sobre plano puede ser una interesante opción si se está dispuesto a esperar hasta la entrega de llaves, puesto que pese a la carestía de esta modalidad, cuenta con la ventaja de que el desembolso más importante se dilata en el tiempo, ya que la construcción dura de 18 a 24 meses.
Además, para evitar casos como los conocidos por todos, acontecidos en la época de la burbuja inmobiliaria, en los que la promotora quebraba (o desaparecía) y los propietarios se encontraban sin vivienda y sin lo invertido en ella hasta ese momento, expertos, promotores y entidades financieras aconsejan seguir una serie de pautas.
Aspectos a vigilar:
* Promotor. Una investigación somera sobre la solvencia de la promotora es aconsejable (es decir, conocer quién es el promotor del proyecto, qué entidad financiera está detrás para conceder la financiación, de quién es el suelo y si está ya concedida la licencia de obras), sobre todo para asegurarse de que quien suscribe el proyecto tiene experiencia en el mercado.
“Desde las organizaciones empresariales promovemos que las compañías sean transparentes y faciliten toda la información”, añade Daniel Cuervo, secretario general de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE).
* Contrato. Cualquier contrato supone una vinculación entre las partes que lo suscriben. Por ello, hay que comprobar que todas las cláusulas se entienden, que las cantidades abonadas están aseguradas por la promotora (ya sean estas entregadas en concepto de reserva o contrato de arras), y que existen avales que lo certifican; pues es este el único instrumento que garantizará la recuperación del dinero si finalmente no se entrega la vivienda.
Como en muchas ocasiones el suelo sobre el que se va a edificar es propiedad de los bancos, estos suelen pedir a las promotoras para concederles el crédito que presenten un plan de preventas o prerreservas que en cierta medida garantice que las viviendas se acabarán vendiendo todas. Se dan incluso casos en los que la promotora exige al posible comprador una señal para poder tener preferencia a la hora de elegir la vivienda que desea, sin que eso constituya ni una reserva, ni un contrato de arras.
“El consumidor debe tener claro en todo momento lo que está firmando y la certeza de que si lo desea, podrá recuperar su dinero”, advierte Miguel Ángel Serrano, portavoz de la organización de consumidores Facua. “Cuando se trata de apuntarse a una lista en la que no se informa ni siquiera del precio final que tendrán las viviendas, no se debería tener que pagar cantidad alguna, y desde luego el contrato debe especificar claramente que la recuperación del dinero solo dependerá de la decisión del cliente y no está vinculada a ninguna otra variable ni plazo de tiempo”, explica David Hurtado, de CECU.
* Casas. Sobre qué características de las viviendas deben contener los contratos, los expertos del bufete Salmerón aconsejan que se incluyan los planos del inmueble, su precio cerrado (IVA incluido), fecha prevista de entrega de llaves; así como un compromiso explícito de que no se podrá modificar el diseño de las casas.
Para contribuir a la transparencia en este tipo de transacciones, los bancos han endurecido la concesión de crédito al promotor. “Hoy los promotores que han sobrevivido a la crisis son mucho más profesionales que en el pasado y ya no es posible que nadie, habiendo obtenido el crédito para la construcción de los pisos, desaparezca o se declare en quiebra para no devolver el dinero a los clientes. Además, los bancos vamos concediendo el préstamo a cuenta de las certificaciones de obra y no todo de una vez, lo cual es una garantía más de que el dinero se utiliza solo para la construcción”, argumentan fuentes del sector financiero.
Fuente: Cincodias.elpais.com